Entre los programas sociales más recordados en México destacan Solidaridad, en el sexenio de Salinas de Gortari (1988-1994), Oportunidades en el de Calderón (2006-2012), y Cruzada contra el Hambre con Peña Nieto (2012-2018), en el marco del Pacto por México. Todos fueron operados desde la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL). Luis Donaldo Colosio, Josefina Vázquez Mota y Rosario Robles los operadores más conocidos.
En el marketing político el fin último se llama VOTO. Esta es la compra de futuro por la cual se hace la campaña política, pero la historia inicia de nuevo cuando se ha ganado. Quien logra el triunfo no desea perderlo, así que diseñará programas de gobierno para permanecer allí. Los programas sociales se usan para conservar la lealtad de los votantes y permanecer en el poder.
Al igual que las grandes, medianas o pequeñas marcas comerciales, los partidos políticos y el Estado desean que su electorado no sea comprador de una sola vez. La lealtad a la marca-partido garantizará acceso al presupuesto público y significará la permanencia en el juego del poder.
Los programas sociales, y otras políticas progresistas, discutibles desde lo político, permitieron al Partido de la Revolución Democrática (PRD), en México, hacerse por varios años de la lealtad del electorado de la CDMX.
En la estrategia de marketing político, el grupo de poder de dicho partido descubrió las debilidades de sus competidores hasta lograr una clientela (no clientelismo, que en política se entiende de otra manera) que los mantiene por alrededor de 20 años.
Así, los programas sociales son solo un componente de la estrategia de marketing político focalizados en comunidades cuyo voto no está garantizado pero que se busca convertir en leales.
Se trata de conocer al electorado, generar alianzas de cara a las siguientes elecciones, establecer vínculos emocionales con futuros votantes, provocar momentos de alegría a los menos favorecidos y, sobre todo, comunicar una y otra vez los logros obtenidos para alentar a la recompra del voto.
Los programas sociales como estrategias de fidelización permiten recuperar al electorado perdido, su rentabilidad política está probada, y por varios partidos políticos que generan identidad y cohesión para traducir en votos.