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Comunicación Ética: la salida

El escenario global y local, volátil y de incertidumbre, genera en personas, equipos y organizaciones, una pregunta recurrente que me hacen líderes empresariales, institucionales y mi alumnado en las academias: ¿hacia dónde debe dirigirse la comunicación?


Caben decenas de respuestas desde el tipo de comunicación que se responda, sea esta comunicación política, comunicación estratégica o comunicación de género, pero mi respuesta más recurrente es: aplicar una Comunicación Ética.


El cuestionamiento seguido es ¿qué es eso y cómo se aplica? Para mi respuesta media una larga argumentación, esto por ser cabeza de un equipo de trabajo en lo profesional y facilitador en entornos de aprendizaje organizacional y educativo, además de investigador en lo académico.


Para esta colaboración ofrezco una respuesta breve sobre el qué y el cómo.

Ética es una aspiración, un ideal, un deber ser. ¿Cuántas organizaciones han trazado –con sus líderes y empleados- una aspiración ética más allá de los éxitos operativos? Ese ideal ético NO es un discurso que se exhibe y repite en la organización sino algo que se muestra en las acciones de todas y todos.


Ese es un enorme fracaso de muchas organizaciones porque la ética de la organización se COMUNICA con lo que hace todos los días de cara a las audiencias internas y externas. ¿Cuentan las organizaciones con estrategias de Comunicación Ética? La mayoría no.


Las estrategias de Comunicación Ética, entonces, implican especialidad tanto en Comunicación como en otras habilidades que sirven para mostrar esa ética a todas y todos.


¿Cuáles son estas habilidades que debe desarrollar el personal de la organización para mostrar dicha ética? El liderazgo multicultural, la capacidad de inclusión en equipos de trabajo, habilidades de negociación intercultural, manejo de comunicación intercultural, habilidad para gestionar la diversidad organizacional, comprensión de los géneros, liderazgo humanista, entre muchas.


Llevar este sistema formativo y de estrategia a las organizaciones, públicas y privadas, es una tarea que inicia desde la parte más alta de la estructura organizacional (si hablamos de organizaciones verticales) y de manera transversal en todos los niveles y obliga a las organizaciones a revisar sus procesos, políticas, procedimientos y programas de entrenamiento interno.


El mayor problema para muchas empresas mexicanas es que van tarde ante los nuevos paradigmas. El humanismo del siglo XXI comenzó su discusión teórica a finales del siglo pasado y algunas organizaciones internacionales se prepararon para ese momento.


En México el escenario pandémico los obligó a darse cuenta de que la organización que tenemos dejará de ser funcional en menos tiempo del que –tal vez- en algún momento imaginaron.



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