Los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) son clientes frecuentes de las marchas por la avenida Reforma de la Ciudad de México y poseedores de una efectiva estrategia de marketing y comunicación política.
El marketing y la comunicación política no son exclusivos de quien detenta el poder político o hace campaña para conseguirlo. También es un asunto de grupos religiosos, gremios profesionales, cámaras y asociaciones empresariales, entre otros. Su presencia es visible en procesos electorales recientes, favorable o desfavorablemente hacia actores políticos de sus intereses y/o simpatías pero acotados–idealmente- por las atribuciones que la ley les confiere.
La democracia permite a todos los histriones visibilizarse en el mercado político buscando incidir en las decisiones y ver favorecidos sus intereses: los maestros de la CNTE ejercen sus derechos políticos.
Ellos buscan simpatías y adeptos en el juego político:
1. De la misma forma que en lo electoral, tienen una idea por vender: “nosotros (la CNTE) somos afectados por las medidas tomadas por el gobierno en turno, entonces, necesitamos ser escuchados y atendidos”.
2. Definido el mensaje hay que hacerlo llegar a la audiencia de su interés: otros grupos organizados como el suyo, fragmentos de la sociedad con mayor politización y menor afinidad al gobierno en funciones, y más descontentos con el proceder del actual poder ejecutivo.
3. Las formas de comunicación política disidente no son las mediáticas masivas, sino otras más focalizadas que les aseguran llegar al público: volanteo, presencia en manifestaciones iguales o similares, asambleas y plenarias entre públicos claramente localizados.
4. El poder confrontado hace su propia comunicación política apoyado en la estructura mediática masiva, útil para generar un clima de opinión desfavorable por su penetración nacional.
5. Logrado el clima de opinión es momento de pasar a la acción: hacer presencia en la plaza pública y estar a la vista de todos.
La CNTE repite por temporadas el guion de su estrategia de marketing y comunicación política, adicionando algún elemento de espectacularidad que abra la puerta de la atención, pero conservando lineamientos orientados al logro de sus objetivos: hacer presencia, manifestar su poca o mucha fuerza, ganar algunos y perder a otros simpatizantes; la meta de su escaleta es obtener cartas de negociación con el poder.
Participantes del poder político, los disidentes pagan el precio del descrédito con la negociación de cuotas de poder y guardando bajo el brazo la posibilidad de volver una próxima vez.
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